jueves, 6 de enero de 2022

 EL ÚLTIMO ROMÁNTICO

COSAS DE LA VIDA


Esta mañana de Reyes me ha pasado un caso que debía contarlo públicamente por si puede servir de ayuda a alguien. Me dirijo al cajero de una sucursal de atraco diario y al lado hay un señor mayor que está intentando sacar dinero sin éxito alguno. Cuando termino de hacer mi operación, el buen hombre me dice:
- ¿Podría usted ayudarme?
- Claro que sí, ¿qué le ocurre?
- Que es la primera vez que saco dinero por aquí y no sé cómo hacerlo.
El buen hombre me da su tarjeta, me dice su pin o contraseña y me dice la cantidad de dinero que quiere sacar.
Después de darle el dinero solicitado, le he dicho que no se le ocurra más pedirle a alguien que le saque dinero, dándole la tarjeta y la contraseña. Que vaya con algún hijo o familiar de confianza, pero solo nunca.
Reflexionando sobre el asunto, he sacado varias conclusiones:
1.- Las personas buenas, sencillas, confiadas y nobles como este buen hombre, superan con creces a los malos que tanto ruido hacen y tanto por culo dan.
2.- Las personas mayores están siendo brutalmente discriminadas y arrinconadas por el uso abusivo de las nuevas tecnologías, sin darles otra alternativa, especialmente por las entidades de atraco diario, conocidas como bancos.
3.- Sería necesaria una asociación sin ánimo de lucro que defendiese de verdad a nuestros mayores de todos los atropellos a los que son sometidos diariamente. Tropelías que atentan en su dignidad como personas y en su precaria situación económica con pensiones miserables que no les llegan ni para comer bien, después de pagar luz, agua, etc.
Tarde o temprano todos llegaremos a viejos y pasaremos por las mismas vicisitudes, urge sembrar valores humanos que respeten y protejan a los más vulnerables. Que nunca sean los viejos un estorbo para la sociedad, sino un motivo de satisfacción y orgullo, al fin y al cabo, son nuestros padres, abuelos, personas que lo han dado todo, la mayoría sin tener siquiera la oportunidad de formarse, trabajando desde que eran unos niños, pero que han dado la vida por nosotros y han sabido educarnos de la mejor manera posible. No se les puede condenar de antemano con el abandono, las mentiras y la indiferencia más absoluta.

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